martes, 10 de diciembre de 2024

HISTORIAS PROVINCIALES

 HISTORIAS PROVINCIALES

La historiografía argentina del siglo XX tenía como problema central el estudio de "la

nación", tomando como principal referencia a Buenos Aires. Allí se habían iniciado los

procesos de especialización, institucionalización y profesionalización de la disciplina, con

una cierta compatibilidad teórica y metodológica con las experiencias europeas y

norteamericanas. Se ponía foco en la formación de los Estados fundacionales y en la

elaboración de relatos y representaciones sobre los orígenes de la nación.

Las historias provinciales a fines del siglo XIX

La revisión del pasado de las provincias en el último cuarto del siglo XIX estaba impregnada

por la sensación de amenaza que despertaba la inmigración masiva, la movilidad social y

los efectos de la modernización, que afectaba principalmente a las sociedades

metropolitanas. Además, la derrota de la Revolución del autonomismo tejedorista, la política

de integración de las élites provinciales con las élites nacionales y la burocracia estatal, y la

reacción en contra del avance del Estado nacional sobre las provincias a través del sistema

escolar, despertaron tensiones. Los textos escolares distribuidos por el Estado nacional

ofendían la memoria de los antepasados provinciales, por lo que las élites tradicionales

buscaban legitimar o justificar las acciones de sus antepasados para negociar su

integración con las élites nacionales y, al mismo tiempo, distinguirse de otros grupos

sociales y de las nuevas élites provinciales.

La historia provincial en la primera mitad del siglo XX

Durante la primera mitad del siglo XX, intelectuales provinciales comenzaron a conformar

una serie de relatos destinados a recuperar hechos y personajes que consideraban

injustamente olvidados. Sin embargo, estas obras eran consideradas menores por las élites

porteñas. Esta situación llevó a repensar las relaciones entre Buenos Aires y las capitales

provinciales, así como las conexiones entre las élites sociales, culturales, políticas y

económicas de la capital nacional y las burocracias estatales. Las provincias también fueron

proveedoras de imágenes, representaciones y símbolos utilizados para construir un relato

identitario con alcance nacional.

A partir de la década de 1920, se buscó fortalecer el esfuerzo individual mediante la

organización de instituciones que reunían a notables locales comprometidos con la

recuperación del pasado. Se intentaba rescatar del olvido y la injusticia ese pasado, con el

fin de contribuir a la construcción de una identidad nacional y patriótica. Sin embargo,

quienes más contribuyeron a estas representaciones no eran historiadores profesionales, ni

gozaban de una autonomía frente a la sociedad, el Estado, los partidos políticos o las élites

tradicionales.

Reconocían la necesidad de demostrar lo que afirmaban con pruebas documentales, lo que

impulsó el proceso de catalogación, selección y publicación de documentos. Este esfuerzo

contribuyó a la institucionalización de la historia en las provincias, donde comenzó a haber

una notable participación de literatos, coleccionistas, eruditos, entre otros. La ausencia de

canales académicos de formación y la todavía difusa distinción entre lo público y lo privado

les permitía moverse con versatilidad entre distintos géneros literarios.

Muchos de estos historiadores eran descendientes o familiares de personajes del pasado

que esperaban ser rehabilitados del olvido. Esto resultó en una historia centrada en grandes

hombres y episodios provinciales, donde los sectores populares eran presentados como

una masa indiferenciada, con escasa autonomía respecto de las élites. Otra característica

fue la presencia de "historiadores fundadores", que cumplían la función de mediadores y

articuladores del discurso, dedicando tiempo y esfuerzo a impulsar diversas iniciativas en el

campo cultural.

El avance de la producción historiográfica desde los años 60

A partir de los años 60, coincidiendo con el inicio de la profesionalización de los

historiadores, se establecieron vínculos con los trabajos centrados en experiencias

metropolitanas, pero atendiendo a las especificidades de los procesos provinciales. Este

avance fue promovido por la creación de nuevas carreras universitarias, la multiplicación de

congresos y la aparición del CONICET, que favoreció el desarrollo de la investigación en

áreas no convencionales. Todo esto contribuyó a fijar los orígenes de relatos identitarios y

consolidar nuevas formas de abordar la historia provincial.

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